Por: Jorge Adrián Pérez Fuentes.
- Licenciado en Educación.
- Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
- Magister en Historia de Occidente.
- Magister en Educación, Mención Gestión de Calidad.
- Diplomando en Estudios Medievales
- Editor de contenidos en: www.medieval.cl
A lo largo del trabajo que hemos realizado desde este portal dedicado al estudio y difusión de la Edad Media, en todas las expresiones posibles, muchas veces nos han preguntado por el origen de la imagen que hemos escogido de logo, es decir, aquella representativa que figura en los diversos eventos y actividades que realizamos.
A priori, corresponde a una iconografía medieval en la cual una mujer decapita con una espada, a un hombre con corona, lo que nos indica que el descabezado pertenece a la nobleza, o quizás está sobre esta, imagen que no deja de ser fuerte.
Grabado para Las Crónicas de Núremberg, 1493.
En esta entrada vamos a dar respuesta a todos aquellos miembros de nuestra comunidad medieval, que nos han escrito pidiendo que expliquemos el origen y sentido de la imagen usada cómo logo, casi cómo Imagen Institucional, la cual corresponde a una iconografía medieval que posee un trasfondo histórico digno de ser mencionado, y motivo de la presente.
El Ciclo de Judith
A Judith hay que contextualizarla en el Imperio Neobabilónico, su historia comienza cuando los ejércitos asirios sitian la ciudad de Betulia, en Israel. El Rey del entonces, el famoso Nabucodonosor envió a su general de confianza Holofernes a destruir completamente dicho lugar, sin importar tomar prisioneros, ante lo cual, entre otras acciones perjudiciales, mandó a intervenir las vías de acceso a los manantiales, que abastecían de agua dicha localidad, fijando soldados que impedían el paso a los habitantes, quienes comenzaban a entrar en desesperación, considerando la posibilidad de rendirse y someterse a la autoridad del emperador. Se dio un debate al interior de la sitiada ciudad, donde los gobernantes acordaron que, en los próximos cinco días, abrirían al invasor las puertas de Betulia y se rendirían.
Fuente: Revista Digital de Iconografía Medieval
La hermosa viuda de Manasés, Judith, que destacaba por su fuerte patriotismo, exhortó a los ciudadanos a no rendirse, argumentando que Dios le había rebelado que no los había abandonado, y era una nueva prueba de su fe.
Judith persuadió a los ancianos que la dejasen ayudar y le permitieran quitarse las ropas de viuda, ante lo cual, se vistió con sus mejores vestidos, junto con una sirvienta, con la cual cargan entre su equipaje los ingredientes para elaborar una deliciosa comida, además de vino de la mejor reserva de Betulia, salieron de la ciudad e informaron a los soldados asirios que estaban desesperadas y dispuestas a traicionar a su pueblo, y ayudarlos a entrar a la ciudad, para que la tomaran y dispusieran de esta. Ante estas declaraciones, fueron llevadas inmediatamente ante el general Holofernes, que dichoso, y algo hipnotizado con la belleza de Judith, se mostró muy hospitalario y ansioso con los planes que la hermosa mujer le presentaba. El general, mandó habilitasen una tienda para que ambas mujeres se sientan seguras y cómodas, estableciendo cómo condición Judith, que todas las mañanas y tardes debía alejarse del campamento, para mantener su tradición de orar a su Dios al Alba y al anochecer, sin ser detenida ni cuestionada por los guardias, ante lo cual Holofernes accede sin mayores problemas.
Fuente: Revista Digital de Iconografía Medieval
En los tres días siguientes la viuda, que seguía rezando al alba y al anochecer, fue visitada constantemente por el general, que seguía obsesionado con la belleza de la mujer, la que, en señal de agradecimiento a su hospitalidad, lo invita a una cena preparada por ella y su sirvienta, para luego yacer con él, cita a la cual el general asistió gustoso, y luego de comer y beber en exceso se queda dormido junto a Judith, quien aprovecha el estado del general para cortarle la cabeza con su propia espada y guardarla en la cesta que la acompañada todos los días a orar.
Al alba siguiente, la mujer con su sirvienta, y la cesta con la cabeza cercenada del general Holofernes, abandonaron sin problemas el campamento asirio en dirección al lugar donde esta rezaba, pero al pasar la hora, uno tener rastros de su general, los soldados comenzaron a entrar en desesperación, reuniéndose, cómo se había dado la orden, en las puestas de la ciudad de Betulia para atacarla y llevar a cabo el plan que la mujer le habían rebelado a su general, sin embargo, estos se encuentran con la macabra escena de su general muerto y decapitado. Mientras su cabeza fue enterrada a una estaca que antecedía las puertas de la ciudad. El ejército aterrorizado y sin liderazgo, salió huyendo convirtiéndose en presa fácil para el ejército judío, que, por indicaciones dadas por la misma Judith antes de salir, se habían preparado para un contraataque.
Fuente: Revista Digital de Iconografía Medieval
Judith y la Iconografía Medieval
El ciclo de Judith fue un tema recurrente en la Edad Media, por lo general se nos presenta con una espada en su mano derecha, y la cabeza de Holofernes en la izquierda, la cual deposita en una cesta, a su vez, se destaca la importancia de este último al estar con la corona. En algunas imágenes se ve acompañada de un perro, que representaría la fidelidad a su esposo Manasés. Otras representaciones de esta mujer nos la muestran reprochando a las autoridades que quieren entregar Betulia, orando, saliendo de la ciudad junto a su criada, visitando a Holofernes en su campamento, mostrando a los habitantes la cabeza de Holofernes, entre otras.
Ficha de juego en marfil, Francia, siglo XII.
El Libro de Judith se compuso, probablemente, en el siglo II d.C. pero se excluyó del canon hebreo por su anacronismo, aunque supone una fuerte expresión nacionalista del pueblo israelí, aunque sí es considerado como un texto canónico cristiano.
Durante la Edad Media el texto fue comentado en epístolas, homilías y sermones, además de que, la figura de Judith fue objeto de varios poemas medievales, siendo rememorado en una serie de obras cómo los cuentos de Cantenbury, sobre las viudas e incluso en la obra de Dante Alighieri la Divina Comedia, entre otros.
El Ciclo de Judith se encuentra en diversos formatos, materiales o funciones. Lo encontramos adornando pórticos, frescos en muros, manuscritos, por mencionar algunos.
Referencias:
- Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. IV, nº 8, 2012, pp. 1-10. e-ISSN: 2254-853X
- Gallazzi, S., Rizzante, A.M. (2001), Judite: A mão da mulher na historia do povo, Editora Vozes, Petrópolis.
- Jenni, E. )1959), Judith Buch: RGG III, pp. 1000-1001.
- Leahy, M. (1956), Judit. En: Verbum Dei. Comentario a la sagrada Escritura. Barcelona, pp. 72-82.
- Lefèvre, A. (1981), Judit. En: Introducción a la Biblia. II. Introducción crítica al AT II. Barcelona, pp. 759-765.
- Löhr, M., Das Buch Judith. En: APAT, pp. 147-164.
- Miller, A., Das Buch Judith übersetzt und erklärt. HSAT IV/3 (Bonn 1940).
- Miller, A., Der Nabuchodonosor des Buches Judith: Bib 23 (1942) 95-100.