Iram Melo Espinoza
Estudiante de Licenciatura en historia de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
Recreador medieval.
Estudiante de esgrima en Esgrima Histórica Concepción.
Colaborador permanente en Medieval.cl.
Los cantares de gesta han servido como un referente en la construcción de la identidad de diversos reinos durante los primeros siglos del periodo medieval. En ellos, los escenarios relativos al combate descritos, gozan de una
Pelear es algo innato del ser humano y aunque parezca una afirmación audaz es solo cuestión de ver a lo largo del paso de la humanidad en su propia historia. La guerra es una de las formas más primitivas que han tenido las personas para socializar y a pesar que esta última declaración parezca incoherente, es cuestión de ver que incluso en la misma guerra existe interacción entre grupos humanos, aún si esta resulta verse de manera negativa en ciertos ámbitos.
Importante es considerar que el enfoque de esta entrada no pretende hacer uso de los fechtbucher o “manuales” de esgrima que se popularizaron durante gran parte de este periodo desde el siglo XIII y que posteriormente la escuela alemana de esgrima, parte del legado de Liechtenauer, popularizaría en gran medida por el continente europeo en los últimos siglos correspondientes al periodo medieval. El Walpurgis Fechtbuch también llamado el I-33 ha sido el manuscrito más antiguo encontrado hasta el momento, cuya datación se ubica entre el 1250 y el 1310 aproximadamente. Esto ha dado paso a la incógnita de si realmente se han realizado otras obras con la intención de reflejar los conocimientos derivados del combate y aunque la respuesta en estos momentos no determina nada, sigue habiendo cierto atisbo de esperanza a encontrar nuevos resultados.
Sin embargo, la entrada de hoy no está pensada para construir una cronología descriptiva acerca de distintas fechas, anécdotas o situaciones relacionadas al combate en sí, al contrario de ello, busca de una u otra manera comprender la interpretación del combate medieval y su representación en el arte. Ahora bien, entiéndase arte en este caso como la producción literaria en la cual se reflejan tanto acontecimientos históricos como elementos correspondientes al imaginario colectivo medieval.
COMBATE EN LA LITERATURA MEDIEVAL GERMÁNICA
La literatura es una de las muchas manifestaciones artísticas donde la sociedad se ha reflejado desde tiempos muy remotos. Experiencias, anécdotas, héroes, leyendas y valores son parte de un legado que trasciende las épocas y las culturas. Durante este periodo, se encuentra aquello que se conoce como el cantar de gesta, una manifestación literaria derivada de la épica y cuyo objetivo era narrar acontecimientos épicos relacionados a personajes que encarnaban los valores más llamativos para tales culturas. En estricto rigor, los cantares de gesta fueron en primera instancia de carácter verbal y difundida por los juglares gracias a su memoria y a la improvisación, por lo cual se puede tomar en cuanta que los acontecimientos narrados en los mismos se encontraban sujetos a modificaciones. En algún momento dado se decidió fijar estos cantares en textos escritos que permanecerían en la posterioridad y que a día de hoy se continúan traduciendo en diversos idiomas.
Esta breve introducción sirve para sumergirse en como los cantares de gesta solían describir las batallas y como éstos emplearon tanto el registro histórico como ciertos elementos mitológicos o fantásticos y que, con mucho significado, acabaron calando en la memoria colectiva de sus respectivas culturas. El primer caso llevado a colación se trata nada más ni nada menos que el Cantar de los nibelungos, el cual corresponde a uno de los cantares más significativos para la nación alemana y el cual emplea el uso de variadas leyendas y hechos históricos del mundo germano. En resumidas cuentas, el Cantar de los Nibelungos narra la historia del legendario príncipe Sigfrido y de las acciones que toma a lo largo de la trama. Su historia se puede apreciar por completo en toda la primera parte del cantar (cantos I al XIX) y donde las escenas de batalla se reflejan de manera directa, aunque llevada también a la imaginación, como se muestra en el siguiente ejemplo:
Hicieron saltar sus caballos clavándoles las espuelas en los ijares; uno y otro blandieron las lanzas contra los escudos: en aquel momento el poderoso rey fue acometido por un violento temor.
Después del primer golpe los caballos arrastraron a los dos hijos de reyes como si los impeliera una tormenta; como buenos caballeros los contuvieron con las bridas y aquellos dos furiosos a quienes la cólera animaba se acometieron con las espadas.
El bizarro Sigfrido hirió entonces con tanta fuerza, que retembló todo el campo; de los yelmos y de las espadas brotaban a los golpes de los Héroes, rojas chispas de fuego: cada uno había hallado en el contrario un adversario igual.
También el rey Ludegasto descargaba sobre su enemigo repetidos golpes; los brazos de ambos caían pesadamente sobre el escudo del contrario. Treinta de sus hombres se apercibieron del combate, más antes de que llegaran, Sigfrido había conseguido el triunfo.
Algo de lo que hay que percatarse en esta lectura es considerar el uso de la palabra “bizarro” no como sinónimo de extraño sino como equivalente a valiente o decidido. Las interacciones entre estos dos personajes si bien resultan descriptivas, no se pueden materializar con total certeza en el empleo de la enseñanza de técnicas de combate. Es más, inclusive la épica germana suele proponer elementos muy fantasiosos además de tomar prestados otros elementos de carácter mitológico, un ejemplo de esto se refleja en la siguiente parte de la canción:
Por tres anchas heridas que hizo al rey, brotaba la sangre a través de las junturas de su hermoso arnés; la sangre de las heridas corría por el filo de la espada: el valor del rey Ludegasto.
Llegaron sus guerreros que habían visto muy bien lo ocurrido entre los dos centinelas avanzados. Cuando Sigfrido quiso llevarse al derrotado le asaltaron treinta de sus hombres: entonces el brazo del héroe defendió a su noble prisionero dando terribles golpes con los que causó grandes destrozos entre aquellos guerreros ricamente ataviados.
Con gran arrojo logró matar a los treinta; uno solo quedó con vida y corrió rápidamente a dar la noticia del suceso. La verdad podía confirmarla su enrojecido casco.
Otro ejemplo del uso de elementos mitológicos se ve reflejado en otro poema ligado a la historia anglosajona, Beowulf. Aunque se desconoce su fecha y autor, se presume que esta fue compuesta entre los siglos VIII al XII d.C. y que los personajes y los escenarios se centran en paisajes del mundo escandinavo. Del mismo modo que el cantar de los nibelungos es importante para los germanos, el poema de Beowulf posee una enorme importancia significativa para el pueblo anglosajón, aunque las diversas discusiones con respecto a su origen siguen siendo material de discusión. El ejemplo en cuestión refiere al enfrentamiento del protagonista a la bestia Gréndel:
Allá comprendió el que tantas desgracias
le había causado con gozo perverso
al género humano —oponíase a Dios—
que poco su cuerpo aguantarle podría;
por la mano atrapado teníalo el bravo,
el pariente de Híglak. ¡Cada uno del otro
la muerte buscaba! Dolor espantoso
el monstruo sintió: ahora en el hombro
un hueco mostraba; los tendones saltaron,
rompiósele el hueso. Fue de Beowulf
la gloriosa victoria. Herido de muerte
Gréndel huyó a su ciénaga oculta,
a su torva guarida; claramente veía
que al término ya de su vida llegaba,
al fin de sus días. El fiero combate
acabó con las penas del pueblo danés.
EL COMBATE EN LA ÉPICA MEDIEVAL ROMÁNICA
A diferencia de lo que muestra la épica germana, cuyos elementos mitológicos y fantásticos se entremezclan con los elementos históricos, la épica medieval románica o en este caso, referente a los franceses y castellanos, se preocupa de entregar detalles de los acontecimientos como éstos pudieron haber ocurrido sin alguna necesidad de implementar recursos de fantasía. Dentro de esta categoría, se pueden encontrar dos obras que sin duda alguna pueden enmarcarse como las más conocidas en el mundo de la literatura y que corresponden al Cantar de Roldán y el Cantar del Mío Cid, siendo característicos del reino de Francia y de Castilla respectivamente.
Se debe tomar en cuenta que los acontecimientos ocurridos en el Cantar de Roldán se refieren a la Batalla de Roncesvalles y el texto escrito se produjo tres siglos después de los acontecimientos ocurridos en el tiempo histórico. En tal obra, Roldán es sobrino de Carlomagno y los hechos se desarrollan en el marco del fracaso que representó esta batalla para el emperador carolingio:
Cuando esto escucha Roldán, ¡Dios, lo invade gran cuita! Clava espuelas a su corcel, deja rienda suelta a sus bríos y corre a herir a Aelrot con todas sus fuerzas. Le rompe el escudo y le desgarra la cota, le abre el pecho, destrozándole los huesos y le quebranta el espinazo. Le arranca el alma con su lanza y la tira afuera. Hunde violentamente el hierro, estremeciendo al cuerpo; con el asta lo derriba muerto del caballo y al caer se le parte la nuca en dos mitades.
Los hechos relatados en el cantar de Roldán son bien descriptivos, al punto en que cada tirada se detallan los pormenores de la batalla y estos además son narrados de una manera realista, sin hacer uso de la exageración o de lo místico y aún si los acontecimientos están modificados debido a la diferencia de tiempo transcurrida entre el hecho en sí mismo y los hechos narrados en la obra, posee una significativa carga histórica que puede dar la puesta en escena de las campañas del emperador carolingio.
Por último, el Cantar del Mío Cid se preocupa de narrar los acontecimientos ocurridos durante el periodo denominado como La Reconquista. En tal obra, los hechos se encargan de ensalzar los valores cristianos en un contexto de tumulto y confusión dentro de la península ibérica y que además guardan estrecha relación con Rodrigo Díaz de Vivar, personaje histórico cuya figura sirvió de inspiración para la obra y probablemente como una fuente de inspiración en los tiempos difíciles que atravesó la península ibérica en aquel entonces:
El obispo don Jerónimo hizo una buena arrancada
y fue a atacar a los moros allí donde ellos acampan.
Por la suerte que tenía y por lo que Dios le amaba
de sus dos golpes primeros dos enemigos mataba.
Ya tiene rota la lanza y metió mano a la espada.
¡Cómo se esfuerza el obispo, Dios mío, qué bien luchaba!
A dos mató con la lanza y ahora cinco con la espada.
Pero son muchos los moros y en derredor le cercaban,
muy grandes golpes le dieron, pero la armadura aguanta.
Los acontecimientos relatados en ambas obran poseen una fuerte base histórica. Ahora bien, esto no significa que se deban menospreciar los dos primeros ejemplos derivados de la épica germánica, sino más bien considerar que cada cultura concibió a su manera los valores dominantes y pertinentes a la época. La existencia de más de un manuscrito relativo a estas obras es también un factor que se debe tener presente y lo más importante el hecho que en un principio todas estas manifestaciones carecían de componentes escritos sino más bien se difundían por medios verbales. Los cantares de gesta influenciaron en gran medida a las personas que se preocuparon de transmitir los valores que estos mismos inculcaban: el valor, la fuerza, el carácter decisivo, la astucia estratégica y más que nada el ideal del heroísmo representado en variados personajes que protagonizaron los eventos que en algún punto de la historia de la humanidad transcurrieron. Sin duda alguna, estos cantares son lectura recomendada especialmente a aquellas personas que disfrutan de la épica y la historia medieval.
REFERENCIAS
Cantar de los nibelungos. Anónimo. Canto II, Sigfrido.
Beowulf. Anónimo. Canto I, Gréndel.
Cantar de Roldán. Anónimo. Tirada LXXXVIII.
Cantar del Mío Cid. Anónimo. Tirada 117.
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