Por: Iram Melo Espinoza
- Estudiante de Licenciatura en historia de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
- Recreador medieval en KULTUR agrupación medieval.
- Estudiante de esgrima en Esgrima Histórica Concepción.
- Colaborador permanente en Medieval.cl
Si es que hay una manera de ubicar la fama de Normandía entonces se puede hacer mención en primer lugar, al tan conocido desembarco realizado entre ese 6 de junio y el 30 de agosto de 1944 y cuya sucesión de eventos fueron clave para el desarrollo de la liberación del territorio francés del dominio alemán a finales de la Segunda Guerra Mundial. La siguiente entrada aborda los orígenes de esta característica provincia histórica y su historia misma dentro del escenario medieval.
Normandía es una región histórica cuyo legado cultural hasta nuestros días llama la atención de varios estudiosos con respecto al tema. Ubicada en el noroeste de Francia y rodeada por el canal de la Mancha, esta entidad cultural ha sido protagonista de muchos eventos históricos a lo largo de su historia desde su fundación. No obstante, lo que trae a colación el día de hoy con respecto a esta entrada, es la Normandía del periodo medieval.
El origen del nombre Normandía se puede aclarar de inmediato si se toma en cuenta que proviene de aquellos quienes le dieron el nombre: los normandos, cuyo significado proviene de la denominación de northmen u “hombres del norte” que es como fueron conocidos en la Europa continental debido a una clara alusión a su ascendencia nórdica. Precisamente, los orígenes de esta cultura y de la entidad territorial, cultural e histórica a la que se ha hecho mención, se pueden rastrar dentro del periodo histórico conocido como la “época vikinga”. Las incursiones de los pueblos escandinavos a Europa en sus primeras fases trajeron consigo la alerta de estos nuevos invasores en el continente europeo, cuya ferocidad en el combate y tenacidad en la navegación les dieron fama y renombre a través de la historia.
ORÍGENES DEL DUCADO DE NORMANDÍA
Un punto de partida para identificar el origen de Normandía se remonta al año 885, durante el asedio a París que fue llevado a cabo por Sigfred y Hrolfr Ganger, este último se volvería un personaje de gran importancia en la gestación de la cultura normanda. Los pueblos escandinavos ya habían invadido Francia con anterioridad a través del Sena y entre aquellas incursiones la más destacable fue la ofensiva vikinga sobre París en el año 845, cuyas fuerzas, lideradas posiblemente por el legendario caudillo Ragnar Lothbrok, saquearon el lugar y finalmente se retiraron tras el pago de un danegeld (tributo) de 7.000 piezas de oro para evitar un cruento desenlace. A pesar de esto, las incursiones tras este evento no dejaron de ser cada vez más frecuentes y con mayor durabilidad, al punto en que éstas pasaron de breves saqueos a puntos específicos al establecimiento de campamentos en el territorio, lo que claramente indicaba la intención de estos pueblos escandinavos de permanecer en este nuevo hogar.
Volviendo a la gestación de Normandía, Hrolfr Ganger, al igual que sus predecesores escandinavos, había quedado fascinado con las fértiles tierras de Francia y establece un campamento danés en el año 896 en el reino franco de Neustria, que en aquel entonces correspondía a una antigua provincia eclesial del Ruán. Las constantes agresiones de Hrólfr a los franceses y el fallido asedio a París en 910, motivó al monarca francés de aquel entonces, Carlos III el simple, a llegar a un acuerdo con el caudillo escandinavo y buscar disolver un poco la amenaza nórdica. Este acuerdo marcaría el comienzo de una nueva cultura que se presentaría dentro del escenario europeo y que se materializaría en el tratado de Saint Claire-Sur-Epte en el año 911. Si bien las intenciones concretas de tal tratado no están del todo claras, se entiende que tal acuerdo promulgaba que Hrolfr y sus hombres podían establecerse en los territorios aledaños a los campamentos escandinavos anteriormente establecidos en el Sena, con la condición de convertirse al cristianismo y proteger a Francia de futuras incursiones. Hrolfr aceptó tal propuesta y tras admitir la nueva religión, adoptó el nombre de Rollón y se casó con la hija de un noble local, de manera tal que así sellaba su vasallaje para con el rey francés y de ese modo se gestaría finalmente lo que se conocería en aquel momento como la Alta Normandía.
Aunque no se tiene del todo claro las especificaciones del tratado de Saint Clare-Sur-Epte, si se sabe que tales territorios no poseían una fuerza militar más fuerte que la del condado de Anjou y que era bastante más pequeña en sus inicios. A partir del año 923 Rollón comenzaría una campaña de expansión, conquistando los territorios aledaños a sus dominios en lo que corresponde a la Baja Normandía (los territorios cercanos a Caen) y convirtiendo a la zona del Ruán en una floreciente ciudad mercantil que intercambiaba productos con Escandinavia y los territorios conquistados en el norte de Inglaterra. Con la victoria de Guillermo el bastardo (y quien más tarde sería conocido como Guillermo el conquistador por su decisiva victoria en Hastings, Inglaterra) en la batalla de Val-ès-Dunes, la cual supuso un conflicto interno dentro de Francia y en concreto con los jefes normandos en el año 1047, la atención de los duques normandos se centró en mantener unificada la región y dominar a la aristocracia guerrera.
EL PUEBLO NORMANDO
¿Quiénes eran realmente los normandos? Para algunos bien podían ser vikingos domesticados o si no, franceses provinciales. Incluso muchos estudiosos difieren si realmente constituyeron una nueva identidad, aunque los prejuicios son irrelevantes. Lo cierto es que estas gentes y varios de sus contemporáneos ya tenían una concepción de aquello que denominaban como la GENS NORMANNORUM o el pueblo normando. Éstos se caracterizaban en un inicio por su ferocidad en el combate, astucia, capacidad de liderazgo y que luego se añadiría la adaptabilidad suprema. Todos estos rasgos se componían en el sentido de identidad que los mismos normandos construyeron y que dominaron dentro de su sociedad en los distintos enclaves que fundaban, por lo que se puede hablar de una identidad totalmente militar en ese sentido.
En un principio, las diferencias entre estos nuevos habitantes del país y aquellos quienes lo invadían, no eran muy notorias además de considerar que sus nuevas adquisiciones territoriales se encontraban en un estado caótico. A pesar de ello, aún contenían la reminiscencia de las antiguas instituciones carolingias. Precisamente, la adopción de estas instituciones por parte de estos invasores y en conjunto con la conversión al cristianismo, fueron las claves para poder ejercer y perpetuar el poder sobre estas nuevas tierras y quienes las habitaban. La influencia de los elementos escandinavos se puede dilucidar desde un comienzo, como lo establece Dudón de Saint-Quentin, cronista de la época y quien describe que, al momento en que a Rollón le cae encima el peso de los años, entonces reúne a todos los jefes normandos para así elegir al nuevo líder. Esto mismo puede pertenecer ya a una reminiscencia del Thing que correspondía a la asamblea en la cual los hombres libres escandinavos deliberaban sobre temas de suma importancia. No obstante, no se tiene del todo claro si esto solo ocurrió en esta determinada situación o si los hechos ocurrieron de otra manera, como establece Guillermo de Jumiegès, monje anglonormando del siglo XI y que describe más una situación de vasallaje, en la cual los líderes normandos juran fidelidad al hijo de Rollón. Se ha de considerar la diferencia de siglos que ambos autores presentan además del hecho que ya los elementos escandinavos en aquel momento se estaban fusionando con los elementos francos y de los cuales estos últimos fueron ganando terreno dentro de la cultura normanda.
Uno de los elementos francos que los normandos adoptaron fue el feudalismo. Y conforme este feudalismo se fue fortaleciendo, en manera paralela estos nuevos señores también adquirieron mayor fuerza en función con los lazos que establecían entre ellos y los campesinos. Aunque tal fenómeno puede explicarse en la idea del fuerte ayudando al más débil y el más débil apoyando al más fuerte, sería caer en un simplismo demasiado grande. El hecho que se estableciese esta relación era en dar al vasallo una cantidad de tierras y gente para trabajarla y de esa manera se pudiese costear el equipo militar, siendo la cota de malla el distintivo que lo diferenciaba del resto de las tropas. Y aunque la terminología medieval es un tanto imprecisa en este aspecto, pueden diferenciarse dos tipos de guerreros: los milites que correspondían a vasallos que no necesariamente poseían tierras pero que los unía un juramento de fidelidad a su señor, y los stipendiarii quienes luchaban en el instante por un determinado pago. Aún si las diferencias entre ambos tipos eran notorias, ambas podían considerarse como una clase temprana del caballero medieval. Las relaciones de vasallaje también se dieron entre el campesinado y el vasallo feudal, aunque no poseían tanta formalidad como la del vasallo con su señor. No obstante, esto permitió a estos campesinos en especializarse en el combate lo que llevó a la desaparición de las tropas de leva o, mejor dicho, el reemplazo de estas tropas de leva con el de un soldado especializado, esto fue a tal grado que en Normandía surgió el confuso término vavasseur, que implicaba un poco claro estatus militar donde el sujeto en cuestión ocupaba tanto el oficio de las armas como de labrar la tierra.
Aunque en el ámbito militar se puede pensar que los normandos eran violentos o impredecibles solo por su ascendencia nórdica, la realidad es que esto no era así. Los normandos fueron guerreros cautos y versátiles en cada combate que se les presentaba. El reconocimiento del terreno y de los enemigos era bastante común en sus técnicas, mucho antes de siquiera comenzar un ataque frontal. Si bien la técnica de la lanza en reposo no era algo nuevo para este pueblo, si supieron aprovecharla bien en todas las situaciones bélicas que se les presentaban. La lanza en reposo se efectuaba con el arma tendida bajo el brazo y sujetándolo con el mismo, tal técnica les sirvió de mucho especialmente cuando realizaban las cargas de caballería. Relativo a la caballería, la unidad básica de combate que los normandos tenían era el conroy, que correspondía a un grupo de 20 o 30 hombres alineados en dos o tres filas. Tal unidad les permitía ejercer presión con las cargas sucesivas contra tropas enemigas al realizarlas en conjunto con la lanza en reposo y esto se vio aún más favorecido en el momento en que los normandos pasaron del escudo redondo vikingo al escudo de gota o lágrima, lo cual los convertía en enemigos formidables y de temer, especialmente cuando algún enemigo podía ver una unidad de caballería normanda aproximándose. Otra de sus técnicas fue la retirada fingida (utilizada en la batalla de Hastings en 1066) cuyo éxito dependía totalmente de la preparación y la disciplina.
Aunque los aspectos presentados en esta entrada corresponden en primer lugar a los normandos dentro de la región llamada Normandía, lo cierto es que este pueblo fue bastante versátil, al punto en que fundaron diversos enclaves no solo en Francia, sino también en Italia al permanecer como mercenarios, Inglaterra tras la victoria en Hastings e incluso llegaron a tener contacto con Medio Oriente al participar en las cruzadas. El legado normando si bien tuvo mayor fuerza en el norte de Francia y el sur de Italia, este se fue perdiendo con el paso de los siglos, en el momento en que su cultura se fue fusionando aún más con los elementos culturales de los territorios en los que se asentaban, formando nuevas identidades nacionales que permanecen hasta el día de hoy.
REFERENCIAS:
Nicolle, David. The normans. 1987. Osprey military [en inglés].
Gandoy Muñoz, Laura. El ducado de Normandía en los siglos X y XI: de la conquista escandinava a la integración en el reino franco. 2015. Universidad de Santiago de Compostela.
Cerda Costabal, José Manuel. Occidente: historia y cultura, los normandos. (s.f.).
Dougherty, Martin. Armas y técnicas bélicas de los caballeros medievales en los años 1000-1500. 2010. Editorial Libsa.