Iram Melo Espinoza
Estudiante de Licenciatura en historia de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
Recreador medieval en Kultur Agrupación Medieval
Estudiante de esgrima en Esgrima Histórica Concepción.
Colaborador permanente en Medieval.cl.
Hablar de los caballeros medievales supone hablar de un elemento bastante característico que definió parte de la historia de Europa dentro de este periodo. La entrada de este mes se preocupa de entregar algunos de los rasgos más característicos de esta muy conocida casta.
Dominando el espacio europeo durante los últimos siglos de la historia medieval, los caballeros han servido como una fuente de inspiración para diversas producciones artísticas y literarias, tanto en aquel entonces como en la actualidad, tales como series, películas y cortometrajes además de novelas y relatos cortos. A menudo uno suele caer en el error de decir que los caballeros constituyeron una clase social, no obstante, esto se encuentra alejado de la realidad, pues dentro de este universo la variedad de gentes que componían la caballería medieval iba desde el noble nacido de una familia acomodada hasta el campesino quien se pertrechaba con lo que tenía a su disposición. De esto último se extrae, también por parte de algunos autores asociados al tema, que la caballería más allá de una clase social, fue una casta.
Así pues, junto con la aparición de los caballeros, fue surgiendo y desarrollando una serie de elementos que los identificaron y que a día de hoy siguen permaneciendo tan vigentes como en aquel entonces. Tales elementos en la idiosincrasia de estas personas calaron de manera tan profunda en la sociedad europea medieval y trajeron consigo una nueva perspectiva que los ayudó a sostenerse durante mucho tiempo. El ideal y los valores de esta casta se condicen también con la situación que Europa atravesaba en aquel entonces y que en cierta medida forjaron la construcción de la identidad del continente en aquel entonces a tal grado que influiría en los siglos posteriores.
LA CABALLERÍA DE LA ANTIGUA ROMA
Hablando en términos históricos el uso de la caballería en el combate no se remite a este periodo solamente. Ya desde épocas antiguas el uso de caballos para los diversos eventos bélicos cuyos registros datados sobrevivieron desde aquel entonces hasta la actualidad y aún a pesar de las diversas culturas que en Europa hicieron uso de jinetes armados, uno de los ejemplos más cercanos y familiares que se pueden encontrar se da en la caballería del Imperio Romano. Algo destacable es que dentro de esta caballería se compuso en su mayoría de exploradores y jinetes, aunque también jugaron papeles super importantes en las batallas y combates que el imperio mantenía con las diversas culturas a las que se enfrentaba.
Los caballos que usaban estos jinetes no iban herrados y tampoco tenían estribos, aunque si una silla con dos cuernos a frente y atrás desde donde el jinete podía maniobrar y atacar con total confianza sin miedo a caerse del caballo. Si bien los romanos consideraban que la caballería resultaba ser un elemento bastante efectivo en el curso de las batallas, no permitían que los jinetes actuaran por si solos en tales acontecimientos bélicos, resultando ser un auxiliar a las principales tropas de infantería. Del mismo modo, dentro de su equipamiento el jinete se encontraba provisto de casco, cota de malla y calzas, así como también su arma principal fue la lanza ligera o lancea que podía tanto usarse en carga como también en lanzamiento contra el enemigo. Otro de los elementos característicos de los jinetes era el uso de la spatha la cual solía ser un arma de filo más larga que el típico gladius que utilizaban las legiones romanas.
A medida que el Imperio Romano avanzaba en sus conquistas, iba cada vez más adoptando diversos implementos y elementos relacionados a la caballería de los diversos pueblos que conquistaban al grado tal que ya para el siglo IV no solo se encontraba la caballería ligera (como se había conocido desde los inicios del imperio) sino también se implementó la creación de una caballería pesada que bien podría recordar a un aspecto proveniente de los primeros prototipos de la armadura medieval. El hecho que los romanos imitaran el implemento de la cultura persa fue la primera instancia en la que se podía observar un conjunto de armadura laminada y segmentada desde la cabeza hasta los pies, incluyendo una máscara de metal incrustada en los cascos que les protegía por completo el rostro, así como además el uso de esta misma armadura en la propia montura.
Los clibanarii que era como se le conocía a este conjunto de jinetes, se caracterizaban por su potente armadura pesada de la cual sin duda alguna pudo haber encontrado su inspiración en las tropas de caballería de las provincias orientales. El término clibanarii provenía del griego y su significado era “horno”, lo cual evidencia la sensación que producía a aquellos que se encontraban pertrechados con tales implementos en la batalla.
LA INFLUENCIA GERMÁNICA Y LAS CONDICIONES HISTÓRICAS DE EUROPA
Las condiciones en las que se encontraba el Imperio Romano en sus últimos siglos motivaron la incorporación de reclutas cuya cosmovisión de la vida y sus valores se complementaban con el carácter guerrero de estos reclutas, quienes provenían en su mayoría de los pueblos germánicos. Estos pueblos comenzaron la labor de defender las fronteras del imperio y si bien con posterioridad acabaron estableciéndose en los territorios de la zona occidental de un adolecido y fragmentado imperio romano, estos jamás tuvieron la intención de deshacer su legado sino de heredarlo en cierta manera.
Dentro de la influencia germánica, la cultura guerrera o la Kriegerkultur que fue el término acuñado por historiadores alemanes, calaron en todos los aspectos de las diversas culturas que se vieron expuestas a la influencia de los germanos. Para este pueblo el verdadero alcance de madurez se encuentra no solo en el momento en que el joven es capaz de empuñar un arma, sino que el pueblo mismo decide que se encuentra apto para poder hacerlo por sí mismo. Así pues, la cultura guerrera de los germanos proviene a su vez de antiguos caracteres presentes desde la prehistoria y que con motivos de evolución e historia se implantó en estas sociedades como una manera de establecer y asegurar su permanencia a lo largo de los siglos. Es esta misma Kriegerkultur la que se implanta en el territorio europeo en el momento que comienza a perpetuarse como una tradición en el seno de una sociedad cuyos valores se encuentra el coraje físico, el ardor guerrero y la colaboración en el grupo.
Hablando de las condiciones históricas de aquel entonces, la caballería medieval surgió como una respuesta a la imposibilidad de defensa que estaba transcurriendo en Europa, la descentralización de lo que alguna vez representó el imperio romano, trajo consigo el establecimiento de diversos reinos que se disputaban entre si el dominio de los territorios y la defensa de los mismos frente a las diversas invasiones que estaban asolando a Europa desde todos los frentes posibles. Las invasiones más significativas que despertarían esta necesidad sería en especial las incursiones de los pueblos escandinavos a París a mediados del siglo IX y las invasiones sarracenas desde el sur, además de las invasiones de eslavos y húngaros desde el este, provocaron un clima de inestabilidad en el continente lo que, junto con la incapacidad de producir una respuesta inmediata a estos ataques, provocó que muchos duques y condes locales comenzaran a adoptar una estrategia de proteccionismo así como también la puesta en servicio de varios señores cuya finalidad tenían el resguardar estos territorios. El establecimiento de una serie de castillos a lo largo de todos estos territorios y la encomienda de estos señores a tales fuertes traería consigo lo que en un futuro se conocería como el feudalismo, el cual es otro de los elementos que caracterizó a la sociedad caballeresca medieval en aquel entonces.
EL MODO DE VIDA
La afición por las armas es definitivamente una de las mayores características que definen a los caballeros en esta época, No sólo se relaciona con la necesidad de una actitud ofensiva o defensiva frente a cualquier peligro, sino también a la capacidad de poseer una voz y actitud de mando que pudiese inspirar confianza entre los compañeros. Dicho esto, un claro ejemplo de lo anteriormente mencionado se relaciona con el hecho que los jóvenes, mucho antes de volverse caballeros, inician su carrera dentro del ámbito de la caza, en donde ponen a prueba su paciencia y determinación, así como también ponen en práctica el trabajo en equipo, pues toda contienda es lograda cuando existe afinidad y organización dentro del mismo grupo, se internan en el bosque, escenario de suma importancia en este periodo, en donde ponen en práctica estos elementos esenciales que en tiempos de conflicto les podrían resultar útiles. El arco y la flecha resultan ser herramientas útiles en las primeras fases del entrenamiento del caballero medieval.
Pasada esta primera fase, los postulantes al oficio de las armas inician su carrera en el combate con las armas cortopunzantes. El entrenamiento con lanza es esencial, especialmente cuando se trataba de usar en conjunto con la montura. Aunque esto parezca insólito, el aprender a usar lanza y el aprender a montar a caballo eran dos actividades que se aprendían por separado, es en este momento en que estos caballeros en entrenamiento debían enfrentarse a la quintana, una especie de plataforma giratoria con en escudo y un contrapeso en ambos lados, con el cual el joven caballero debía aprender a asestar los golpes con lanza. Una vez adquirido cierto dominio con tal arma, este comenzaba a ejecutar tales entrenamientos a caballo. Pero la lanza tampoco era la única manera de ejecutar los ejercicios, la espada era el arma por excelencia mediante la cual los jóvenes caballeros también se preocupaban de pulirse en el combate con estas armas singulares, por un lado, utilizando el poste o palus, un método que ya había sido utilizado por los romanos como una manera de entrenamiento para el combate con espada a pie. Está claro que la destreza al usar esta arma era una prioridad y para tal, se necesitaba además una excelente condición física que se construía en el transcurso de todo el entrenamiento a lo largo de la vida.
Por último y para finalizar, las justas y las batallas fueron otro modo en donde estos jóvenes guerreros ponían a prueba los conocimientos adquiridos frente a otros contendientes, siendo con los compañeros de armas o con incluso con oponentes potenciales en momentos cruciales de la historia en donde ya el caballero podía ponerse a prueba. El gusto por las armas fue una constante en la idiosincrasia caballeresca, siendo testimonio el texto de Bertrand de Born, un caballero y trovador, quien se encargó de enmarcar esta afinidad por el combate:
“Me gusta asir los escudos coloreados de rojo y azul, las enseñas y los gonfalones, de diferentes colores trenzados; levantar tiendas, toldos, ricos pabellones; romper las lanzas, horadar los escudos y hender los yelmos bruñidos; dar y recibir golpes (…) y vuelvo a sentir una gran alegría cuando veo alineados para la batalla a caballeros y caballos armados(…) Mi corazón se regocija cuando contemplo los castillos asediados, las murallas agrietadas y desplomadas, el ejército desplegado sobre los taludes que rodean fosos y empalizadas en fortalezas férreamente guarecidas”.
REFERENCIAS
Vial, Pierre. La caballería del honor, la forja de una elite. Ediciones identidad (2008).
Dougherty, Martin. Armas y técnicas bélicas de los caballeros medievales 1000-1500. Editorial Libsa. (2008)
Dando-Collins, Stephen. Legiones de Roma, la historia definitiva de todas las legiones imperiales romanas. Editorial la esfera de los libros (2012). Traducción por Teresa Martín Lorenzo.