Por: Jorge Adrián Pérez Fuentes.
- Licenciado en Educación.
- Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
- Magister en Historia de Occidente.
- Magister en Educación, Mención Gestión de Calidad.
- Diplomando en Estudios Medievales
- Editor de contenidos en: www.medieval.cl
Cada vez que nos referimos al siglo XIV, inmediatamente se nos vienen a nuestras cabezas, terribles escenas de muerte, sufrimiento, hambre y peste, lo cual no se aleja de la realidad, pues la historiografía occidental se ha encargado de trasmitirnos una imagen terrible de los años que van entre el 1300 y el 1399, y con justificada razón, pues en este sucedieron hechos que desestabilizaron la sociedad medieval en su conjunto.
Sin embargo, si analizamos con detención este siglo, independiente a todos los terribles hechos que vamos a hacer mención más adelante, tenemos cómo objetivo en esta entrada, en cierto modo, salir en su defensa y rescatar una serie de elementos y avances que lo hacen un siglo, que en nuestra percepción, ha sido eclipsado por una gran cantidad de hechos negativos, que finalmente terminan caracterizándolo, pasando por alto factores dignos de admiración, cómo avances en algunos campos del pensamiento o la ciencia, que supieron sobrevivir, presentaron avances o surgieron cómo respuesta, o resistencia, tan propia de nuestra humanidad, cuando su supervivencia está en juego.
El siglo XIV se inicia ya con un conflicto entre el Rey Francés Felipe IV El Bello y el Papa Bonifacio VIII, a quien había realizado, infructuosamente las mismas acusaciones que años después realizaría sobre los templarios: herejía y sodomía, esto debido a que el Rey había exigido al clero francés, una serie de tributos para afrontar sus guerras, a lo que Bonifacio se opuso, siendo secuestrado y torturado por el Monarca en 1303.
Se dice que esta situación provocó un gran daño en la moralidad del pontífice, al punto de morir repentinamente. Con la muerte de Bonifacio también muere la idea del Dominio Universal del Papado. A su muerte, asume Benedicto XI, quien estuvo solo unos meses, pues se dice que fue envenado por ordenes del monarca, quien presionó para que asumiera el cargo, el Galo Bertrand de Got, conocido como Clemente V, primer Papa de la historia en residir permanentemente en Aviñón. Algunas investigaciones plantean una parentesco entre ambos, tema que está en discusión.
Fue justamente Clemente V, que junto al mismo monarca acaban con la Orden de los Caballero Templarios, proceso que se extiende desde 1306 a 1312, el cual ha sido sumamente abordado, sin embargo, para fines de esta entrada, en el contexto de la Crisis del Siglo XIV, la disolución de la Orden de los Templarios significó un desorden en muchas tierras de Europa, pues, se calcula que entre molinos, ermitas, cementerios, tierras de cultivos, castillos y otros, sumaban unas nueve mil posesiones, que de la noche a la mañana quedaron sin poder feudal. Desorden que se transformó en desorientación e incertidumbre al interior de estas.
Siguiendo en el ámbito religioso, entre los años 1309 y 1377 se desarrollo un proceso llamado Cautiverio de Aviñón, en el que siete papas residieron en dicha ciudad, no en Roma cómo era la costumbre. Posterior a ello, entre 1378 y 1417 tiene lugar el Cisma de Occidente, donde habían dos papas, uno en cada una de estas ciudades. e incluso por momentos hubo cuatro pontífices, lo cual generó en la población bastante preocupación y falta de confianza, en especial espiritual, ante una iglesia dividida, y evidentemente corrompida.
Durante el siglo XIV, se va a experimentar un recrudecimiento en relación a las acusaciones y persecuciones sobre los judíos, a quienes se le imputa la culpa de hambrunas, fenómenos climático-atmosféricos, y el envenenamiento de pozos, ante los cual fueron duramente perseguidos, severamente castigados y, en muchas partes de Europa, linchados por el mismo pueblo.
Uno de los principales fenómenos que afectó al siglo XIV, determinante en la crisis de mediados del mismo, corresponde a la llamada Pequeña Edad de Hielo, o Pequeña Glaciación, que corresponde a un periodo de enfriamiento global, que afectó el hemisferio norte.
Existe mucha discusión al respecto, en especial entre algunos climatólogos, geólogos y glaciólogos, con respecto a este fenómeno, a la que se han sumado algunos historiadores. A groso modo se piensa que esta se inicia en las primeras décadas del siglo XIV, y se extiende hasta principios del siglo XIX, y afectó fundamentalmente a las cosechas, las que escasearon generando hambruna en la población por la falta de alimentos, lo que provocó la baja de defensas generalizada, y un aumento en la tasa de mortalidad, especialmente infantil.
El 24 de mayo del año 1337, sobre todo lo ya expuesto, se inicia la Guerra de los Cien Años (que en realidad duró 116 -hasta el 19 de octubre de 1453-), este fue un conflicto armado entre los Reinos de Francia e Inglaterra, debido a problemas dinásticos, que si bien no fue permanente, es decir, hubo periodos de repliegue y cierta tranquilidad, la tensión entre ambas naciones fue constante y afectó las pocas tierras cultivables que sobrevivían, especialmente en Francia, factor que aumenta las hambrunas.
Todas las variables expuestas de hambruna, fríos extremos, inestabilidad política, guerra, persecuciones, alta mortalidad es el escenario perfecto para que una bacteria, cómo la Yersinia Pestis, se expanda por Europa generando la peor epidemia hasta ahora conocida. La Peste Negra, que llega al continente en el lomo de una Rata y hasta 1353 provocó una considerable disminución de la población, extendiéndose hasta el siglo XIX, con rebrotes focalizados, pero de importancia.
La segunda mitad del siglo XIV, posterior al primer brote generalizado de la Peste negra (1347 – 1353), la crisis se manifiesta más en lo social. La merma en la mano de obra, hace que los campesinos exijan mayores salarios, lo que genera fuertes represiones y tensiones sociales. Por otro lado, quedaron muchas tierras sin dueños, apropiadas por los campesinos, lo que aumenta la tensión.
Ante todo este panorama, y dejando de lado muchos otros factores, es lógico que se le atribuya al siglo XIV el calificativo de Siglo de Crisis. No obstante, ¿Dónde está la luz de este?
El siglo XIV, a pesar de todas las condiciones negativas, y esto digno de resaltar, muestra una gran actividad intelectual, las universidades siguen aportando al conocimiento, al alero de la escolástica medieval, que cada vez se consolida más, siendo sumamente fértil en tratados, estudios y Codex que buscaban expandir el conocimiento. Disciplinas cómo el derecho, la teología, la literatura, la música y las artes presentan importantes avances. Así cómo el desarrollo de las Lenguas vernáculas. La misma medicina, que, si bien no pudo dar solución a la Peste Negra, y sus conclusiones en general fueron erradas, buscó estrategias para detenerla, y casualmente dio algunos consejos asertivos.
Las autoridades reaccionaron, establecieron cuarentenas, cordones sanitarios y muchos elementos que creemos propios de nuestros tiempos. Quizás, y desde encierro cómo hoy, los intelectuales aprovecharon su tiempo libre en este tipo de avances.
El gótico no deja de sorprendernos, siguieron erigiéndose catedrales y abriéndose universidades, por lo cual, el hombre del siglo XIV, pese a todas las desgracias que enfrentó, logró iluminar y no solo sobrevivir, sino avanzar significativamente en medio de las adversidades.
Basta sólo con recordar que el Humanismo tiene sus raíces durante este siglo crítico, e importantes obras cómo la Divina Comedia y el Decamerón fueron escritas en este contexto de crisis. Cómo nos describe Carla Cordua:
…” A partir del siglo XIV, los humanistas italianos ejercen una gran influencia sobre la educación elemental y universitaria de su país. Pronto las humanidades se convierten en un ciclo bien definido de materias de estudio: este ciclo incluye gramática, retórica, poesía, historia y filosofía moral. Son disciplinas dedicadas a asuntos mundanos o seculares, en contraste con las disciplinas del programa anterior, que enseñaba teología, metafísica, filosofía natural, medicina y matemáticas. Aunque no existe una incompatibilidad entre estos dos currículos, ellos son independientes uno del otro. Esta independencia no es anticristiana, como se ha dicho a veces, pero tampoco está interesada en la conservación de la cultura medieval” …
REFERENCIAS:
Jaques le Goff – La Baja Edad Media
Gerald Messadie – Historia del Antisemitismo
Franco Cardini – Magia, Brujería y Superstición en el Mundo Medieval
Carla Cordua – El Humanismo (Rev. chil. lit. no.84 Santiago set. 2013)
Philippe Ariés – Morir en Occidente