- Estudiante de Licenciatura en historia de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
- Recreador medieval en KULTUR agrupación medieval.
- Estudiante de esgrima en Esgrima Histórica Concepción.
- Estudioso interesado por el Periodo Medieval.
En la actualidad la educación puede ser tanto una herramienta como un bien de consumo. Sin embargo, el tema de esta entrada no indagará dentro de esos parámetros. Lo que se buscará en los siguientes párrafos es más que nada hacer una pequeña revisión de como la educación surgió y se desarrolló dentro del periodo medieval.
EDUCACIÓN
En primer lugar, se debe comprender que este concepto posee varias acepciones, dependiendo de los diversos autores que han señalado sus bases a lo largo de las épocas. A modo general, se define como la transmisión de conocimientos a un individuo para que adquiera una determinada formación. Esta transmisión de conocimientos varía de acuerdo a la cultura y las normas sociales que estas poseen, a pesar de ello, dicha formación tiene como objetivo lograr un desarrollo en el ámbito intelectual, moral y afectivo del individuo al cual se está educando.
¿REALMENTE FUE UNA ÉPOCA DE IGNORANCIA?
Las películas y la cultura pop en general han vendido una falsa imagen en lo que a la educación medieval respecta, se habla de una época oscura dentro de la cual, tanto hombres como mujeres vivían bajo una nube de total ignorancia y en donde el clero no daba cabida a otros avances que no tuviesen ese carácter religioso. Nada más alejado de la realidad. Precisamente, es en la edad media donde nacieron las primeras universidades (centros de estudio relacionados a la adquisición del conocimiento general de la vida en diversos ámbitos) estos edificios, en su particularidad, no solo se encargaban de enseñar, sino también de generar conocimiento y saberes.
PERO ¿HABÍA ALGO ANTES DE LAS UNIVERSIDADES?
Claro que sí, para comprender el nacimiento de estas entidades, hay que tener en claro que no fueron dándose de forma espontánea dentro de la escena. Para una sociedad en la cual el verbo hablado y el gesto es la base del aprendizaje, no era una necesidad tan grande que todo hombre o mujer estuviese relacionado con las letras o los números en un primer lugar. El conocimiento de estos saberes era netamente “propiedad” de los “hombres de letras”. Retrocediendo un poco en el tiempo, veremos que en el mundo antiguo, si bien existen instituciones tales como el Liceum y la Academia, estos no serían espacios fijos dentro de los cuales, aquellos denominados sabios o maestros impartirían la enseñanza como profesión.
La aparición de la Escuela Palatina (Schola Palatina) correspondía a la escuela dentro de la corte real en la cual los jóvenes nobles solían aprender las artes de la guerra y las ceremonias de la corte. Sabido esto, se puede deducir que no correspondía a una escuela en el sentido moderno del término y todo lo que se pudiese aprender sobre letras corría a cargo de los monasterios y las catedrales. No fue sino hasta la aparición de Carlomagno que, habiendo tenido una seguidilla de victorias en las conquistas sobre lombardos, sajones y sarracenos, comienza a realizar una serie de reformas dentro de su administración. La llegada de Alcuino en el año 782, un monje originario de Inglaterra, a la corte del emperador fue un punto clave para la reforma docente del periodo medieval, habiendo sido educado en la escuela de York, cuyo modelo había sido exitoso en su tierra natal, decide implantar este mismo sistema de enseñanza en la corte de Carlomagno, este modelo de enseñanza se fundamentaba con el conocimiento de las siete artes liberales o como también serían conocidas: Trivium et Quadrivium.
TRIVIUM ET QUADRIVIUM
Los nombres con los cuales fueron conocidas las 7 artes liberales provenientes del modelo que implementó Alcuino en la enseñanza de la corte carolingia. Éstos solían dividirse en dos grupos y correspondían al conocimiento del hombre y del mundo respectivamente. El trivium (del latín tres caminos) estaban ligados a la expresión o, en otras palabras, la elocuencia. Correspondían a los saberes literarios del ser humano que se dividían en estas tres categorías, a saber:
-La Dialéctica: la cual era la ciencia relacionada al pensamiento orientado a buscar la verdad.
-La Retórica: la ciencia de la expresión que se ocupaba de adornar las palabras. – -La Gramática: que correspondía a la ciencia del uso correcto de la lengua.
En una sociedad donde la comunicación oral poseía cierto dominio en la mayoría de la población de aquel entonces (muy pocos sabían leer y escribir, quienes efectivamente eran personas pertenecientes al clero), el hecho de tener un dominio completo del habla comprendía el primer paso para aprender la escritura. Oradores y heraldos, quienes se encargaban de hablar en público a las gentes además de dar las noticias del acontecer diario por las ciudades y otros reinos. Por otro lado, tenemos el Quadrivium (o traducido del latín “cuatro caminos”) los cuales se encargaban de guiar al ser humano a través del conocimiento del mundo y el universo, en cierto modo, eran los saberes matemáticos que el hombre debía contener, éstos eran:
-La Aritmética: o la ciencia que enseñaba a hacer números.
-La Geometría: la ciencia que enseña a calcular los espacios.
-La Astronomía: ciencia que enseña el conocimiento de los astros y su movimiento.
-La Música: o la ciencia de producir en base al tiempo.
Las 7 artes liberales correspondían a conocimientos heredados del mundo grecorromano. Su nombre hacía referencia a los oficios que realizaban los “hombres libres”, en contraposición a las “artes serviles” las cuales eran ejecutadas por esclavos o siervos. Para Alcuíno, la implementación de estas artes prometía ser de gran progreso intelectual. Cabe mencionar que a pesar de que se les conociera con el nombre de “artes liberales” en realidad jamás fueron consideradas como tal, sino que eran ciencias. Sin embargo, tal como se vería más adelante, el trabajo de la docencia en el periodo medieval sería considerado un arte a través de los cuales se buscaba la formación integral del ser humano.
CIENCIAS ALTERNATIVAS
Fuera de los límites que suponían ser las artes liberales, se encontraba la filosofía. Si bien en un principio ésta no era considerada como parte de este grupo, con el tiempo fue adquiriendo un carácter universal dentro del conocimiento humano, pues se pensaba que la filosofía englobaba los saberes del Trivium y el Quadrivium en uno solo.
Al igual que estas 7 ciencias, la filosofía fue heredada del mundo clásico, más específicamente de Aristóteles a través de textos traducidos por los árabes y los cuales fueron esparciéndose por los centros de enseñanza. Así va surgiendo la Escolástica la cual correspondía al pensamiento filosófico que intentaba explicar la concepción del mundo cristiano a través de los fundamentos aristotélicos y dentro de la cual, uno de sus personajes más icónicos fue Santo Tomás de Aquino.
Asimismo, estos conocimientos moldearon la estructura educativa de la edad media respecto a lo que un hombre libre debía poseer como conocimientos, he ahí la denominación de “artes liberales”. Los estudiantes entraban a la facultad o escuela de artes, la cual conformaba una clase de propedéutico o, en otras palabras, estos conocimientos se utilizaban para la preparación y formación del estudiante a modo general para una determinada rama del saber.
El estudiante podía obtener a los 20 años el título de Magister Artium, que vendría a traducirse como Maestro de las Artes siempre y cuando hubiera demostrado ser un buen modelo a seguir dentro de la estructura escolar. Con el paso de los años, lo que se conoció como la facultad de artes acabó convirtiéndose como la Universidad de formación filosófica o Facultad de filosofía.
Si el estudiante quería continuar sus estudios, podía especializarse en Medicina, Derecho o en la que era considerada la más grande de las ciencias, Teología. Desde ahí, se podían cursar 6 cursos anuales (ocho en el caso de teología) y dentro de esta última, era menester que el estudiante egresara a la edad de 35 años, así, en caso de que el estudiante no hubiese perdido cursos, podía asistir durante seis años como oyente para luego tomar sus ocho cursos anuales correspondientes y finalmente egresar con el rango de edad mínimo.
LA UNIVERSIDAD
La palabra deriva del latín Universitas y se usa para designar a todo un conjunto de carácter colectivo. En sus principios no poseía la acepción que actualmente posee, y su denominación era UNIVERSITAS MAGISTRORIUM ET SCHOLARIUM. El carácter de Universidad, que solemos asociar como al lugar donde se resguardan todos los conocimientos, todavía no era conocido en aquel entonces y esto no empezó a darse sino hasta a mediados del siglo XV en pleno renacimiento. El carácter universal estaba ligado al conocimiento que se buscaba impartir en tales lugares, ducho esto, también es necesario tomar en cuenta que no todas las universidades impartían teología, medicina y derecho, sino que éstos se formaban en función de la disponibilidad de los maestros que pudiesen encontrarse en tal lugar. Por ejemplo, en Bolonia estaba la facultad de derecho al mismo tiempo que en Salerno estaba la de medicina.
Cabe mencionar, además que, a diferencia de la actualidad, muchas de estas instituciones no poseían más material que el de textos: códices, pergaminos, libros; debido a que la instrucción se daba de manera oral, no siempre era un requerimiento de que el estudiante supiera escribir o leer, sino que supiera ejecutar su profesión. Del mismo modo en el caso de los exámenes, donde la oralidad era una prioridad, pues a través de ella se evocaba al señor y del mismo modo se comprobaba que el estudiante hubiese alcanzado algún grado de conocimiento que le permitiese llevar algunos de los títulos como bachiller, licenciado o doctor. Tales títulos correspondían a acreditaciones de que el individuo había sido evaluado en saberes y que los había concluido a través del esfuerzo intelectual que conllevaba.
La expresión ALMA MATER acabó dando a la universidad un verdadero sentido y valor, derivando de esta la palabra alma que significa “nutrir” o “alimentar” y Mater “madre” lo que en resumidas cuentas se traducía como “madre que alimenta y hace crecer”. Con el tiempo la universidad fue concebida como aquel lugar que impartía conocimiento y facilitaba una formación profesional: científicos, abogados, médicos, literatos, etc. Pero por sobre todo eso, se encargaba de formar hombres, humanos integrales que supieran gobernar su hogar, y tuvieran un alcance armonioso dentro de todas sus facultades.
EL SENTIDO DE EDUCACIÓN PARA TOMÁS DE AQUINO
Tomás de Aquino fue una de las figuras más destacables dentro de la escolástica. Para Santo Tomás, la educación abarcaba tres puntos fundamentales: en primer lugar, indagó sobre el estilo de vida que debía poseer el maestro, pues su tarea fundamental era instruir al educando, en segundo lugar, hizo hincapié al acto de educar, puesto que para él no solo era una práctica pedagógica, sino que lo consideraba un arte. El ars docendi que correspondía a una visión destinada a considerar el desarrollo del individuo en su entorno y como este lograba establecer vínculos entre lo que aprendía y lo que se le enseñaba.
Finalmente, el ultimo pilar correspondía a la finalidad que poseía el acto de educar, puesto que este posee un carácter natural ligada al educando.
Un maestro era alguien que solía enseñar las dos partes de la vida humana: la vida contemplativa y la vida activa, frente a esto, el maestro une ambos conceptos para traducirlos en lo que es la vida mixta que es precisamente lo que el Doctor cristiano quiso abrazar. Un maestro es alguien que efectivamente contempla, pero dentro de su acto contemplativo realiza la acción de enseñar a otros, lo cual se convierte en el elemento “activo” que posee el docente.
Y es que el maestro posee un carácter caritativo, en el sentido que está dispuesto a entregar sus experiencias y conocimientos con la finalidad de formar un ser humano, a través de la contemplación, desarrolla su verdad, la medita y finalmente la transmite a otros. La enseñanza es entonces considerada el acto más alto de caridad, la cual se ve nutrida por la contemplación, pero a su vez también la contemplación nutre tal enseñanza.
El arte de educar posee una finalidad, para comprenderla, primero debemos tener en claro que, dentro de los fundamentos aristotélicos, el arte es una acción del hombre que se ejerce sobre una determinada materia para conseguir un producto. La materia se puede asociar al sujeto el cual se está educando, asimismo, el producto no necesariamente está ligado a solo un elemento sino también la formación de las virtudes en un ser humano.
Finalmente, el objetivo que poseía la educación era el del perfeccionamiento del hombre, pues a través de ella alcanzaba su bienaventuranza (no olvidemos que, dentro de este periodo, el punto de vista cristiano estaba bastante presente, en especial para la escolástica). El educar es un acto difícil pero satisfactorio si se logra el objetivo que remite a la salvación del educando, este punto de vista es importante recalcarlo, pues si bien se encontraba bajo un punto de vista cristiano, no hay que olvidar que apuntaba a la formación del hombre en el manejo total y adecuado de todas sus facultades. En tiempos futuros donde diversas prácticas pedagógicas recaerían negativamente pues se alejaban de la naturaleza del ser humano, se debe considerar el pensamiento de Tomás de Aquino como uno de los más influyentes y uno de los más realistas durante la educación dentro de este periodo.
“Somos como enanos sobre hombros de gigantes, no podemos ver más allá ni con mayor claridad si no es por ellos quienes nos elevaron a sus alturas”.
-Bernardo de Chartres-
Referencias:
- Serrano, Sixto, Historia de la civilización quinto año, 1941, librería politécnica, Buenos Aires
- Fossier Robert, Gente de la Edad Media, 2007, editorial taurus.
- Eduardo Noro, Jorge, La edad media y la matriz de la escuela moderna.